Vendemos motores de segunda mano, vendemos motores de ocasión, intentamos vender motores usados en buenas condiciones con la intención de satisfacer una necesidad, la del cliente, y que todos quedemos contentos, con lo menos problemas posibles. Pero por desgracia, a la crudeza del mercado, a la competencia encarnizada, a la dificultad de aparecer y perdurar en el mapa de nuestro negocio, hay que sumar el peor de los ingredientes, el de la gentuza que se gana la vida robando a los demás, haciendo daño sin pensar ni por un segundo lo duro que puede resultar para un pequeña empresa como nosotros levantar una losa de más de 2.700 €, que es lo querían estafarnos. Se trata de un elemento que nos encarga dos motores y, como siempre, se le advierte de que para poder en marcha su pedido, ha de pagar por transferencia bancaria el total del importe. Accede y nos hace llegar los siguiente:

Justificante de Bankia

Tiene buena pinta, verdad? Pero todo es un montaje: fijaos en que el dominio es “gmail”; tan mal está Bankia que no tiene dominio propio?? NO, es un detalle (sutil) que puede y debe encender las alarmas.

Pero es que nos hace llegar esto otro, también por mail:

Justificante del cliente

Este tío es un crack!!!! Si hasta se ha preocupado del “Enhorabuena” de la entidad por haber realizado la transferencia con éxito!! Un fenómeno, sin duda. Pero, quién es? No sabemos; sólo sabemos que se identifica así:

Datos del pavito

“Atentamente….”, dice el muy cerdo. Todo es mentira. Pretendía recibir los dos motores y “volar” con ellos.

Bueno, esta historia tiene un final feliz y es que hemos detectado el fraude a tiempo, pero hemos estado muy cerca de que nos “bailen” más de 2.700€, lo que nos hubiera destrozado nuestro humilde balance para varios meses.

Me acuerdo ahora de la Ley del Talión, que es la base del Código de Hammurabi, donde las penas se establecía en función de la gravedad del asunto. Por ejemplo, al que robaba, le cortaban las manos; al que mentía, le cortaban la lengua, si un arquitecto construía una casa y ésta se derrumbaba matando a sus ocupantes, el arquitecto era condenado a muerte. Y así sucesivamente.

Creéis que la gente vivía más tranquila con Hammurabi que hoy día? O peor?

Cuesta un esfuerzo brutal hacerse un hueco en un mercado tan competitivo y maduro como es el de la venta de motores de coche, de piezas de vehículos en general. Mucho trabajo y dedicación como para que venga un hijo de mil padres a darte un palo.

Lo vamos a denunciar, a ver qué pasa, pero ya os digo yo que echo de menos a Hammurabi.

 

Saludos,

MLM

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